sábado, 9 de octubre de 2010

Que hacer frente a quienes nos insultan

Que hacer frente a quienes nos insultan
Historias de Vida

Que hacer frente a quienes nos insultan


La vida no es fácil, nunca lo fue, nunca faltaran quienes gusten de molestar a otros, sea en el colegio, universidad o trabajo, intentando avergonzarnos, humillarnos, o simplemente echarnos a perder el día, frente a estos casos, lee esta historia de vida, que realmente te sorprenderán, y te dará una nueva visión sobre las cosas.

Cuenta la historia que hace mucho tiempo atrás vivía un gran samurái, ya anciano, que se dedicaba a enseñar el budismo zen a los jóvenes. A pesar de su edad, corría la leyenda de que era capaz de vencer a cualquier adversario. Cierto día un guerrero conocido por su total falta de escrúpulos pasó por la casa del viejo.

Era famoso por utilizar la técnica de la provocación: esperaba que el adversario hiciera su primer movimiento y, gracias a su inteligencia privilegiada para captar los errores, contraatacaba con velocidad fulminante. El joven e impaciente guerrero jamás había perdido una batalla. Conociendo la reputación del viejo samurái, estaba allí para derrotarlo y aumentar aún más su fama.

Los estudiantes de zen que se encontraban presentes se manifestaron contra la idea, pero el anciano aceptó el desafío. Entonces fueron todos a la plaza de la ciudad, donde el joven empezó a provocar al viejo. Arrojó algunas piedras en su dirección, lo escupió en la cara y le gritó todos los insultos conocidos, ofendiendo incluso a sus ancestros.

Durante varias horas hizo todo lo posible para sacarlo de casillas, pero el viejo permaneció impasible. Al final de la tarde, ya exhausto y humillado, el joven guerrero se retiró de la plaza.

Decepcionados por el hecho de que su maestro aceptara tantos insultos y provocaciones, los alumnos le preguntaron:

¿Cómo ha podido soportar tanta indignidad?

¿Por qué no usó su espada, aun sabiendo que podría perder la lucha, en vez de mostrarse como un cobarde ante todos nosotros?

El viejo samurái repuso:

Si alguien se acerca a ti con un regalo y no lo aceptas, ¿a quién le pertenece el regalo?

Por supuesto, a quien intentó entregarlo—respondió uno de los discípulos.
Pues lo mismo vale para la envidia, la rabia y los insultos —añadió el maestro—.
Cuando no son aceptados, continúan perteneciendo a quien los cargaba consigo.

Nadie nos agrede o nos hace sentir mal: somos los que decidimos cómo sentirnos. No culpemos a nadie por nuestros sentimientos: somos los únicos responsables de ellos. Eso es lo que se llama asertividad.

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