Es increíble, pero así es, Paul Walker, aquel actor que había cumplido los 40 años de edad, lo tenía todo, todo aquello que siempre está en la lista de nuestros anhelos : Tenia dinero, tenía fama, tenía un aspecto físico envidiable, tenia coraje, tenia principios y valores que hoy son reconocidos por sus cercanos y amigos.
Era a fin de cuenta, más que un actor, más que un afamado hombre que había logrado en el cine enrielar su carrera, sino que más bien, era y fue, un gran ser humano, un alma noble, un espíritu blanco.
Por eso, todo eso te hace pensar, te hace meditar, que Paul Walker era necesario en esta Tierra, entre nosotros. Tenía mucho que entregar, tenía mucho que dar.
Es por tal motivo que cuando piensas en la muerte de Paul Walker, sacas como lección, que la vida nadie la tiene comprada, que la vida es un regalo que se puede perder en un instante cualquiera.
No importa si tienes talento, no importa si tienes todo el dinero que te imagines o la fama aglutinada y bien ganada. O incluso que eres una buena persona, alguien que hace más el bien que el mal. Porque nada de eso importa, nada de eso se toma en cuenta, cuando la muerte llega por sorpresa y te abraza para no dejarte.
Paul Walker ha muerto, Paul Walker es desde ya un recuerdo. Pero Paul Walker, te está diciendo, te está hablando y en ello, te recita una y otra vez, que aproveches la vida, que aproveches cada minuto de ella, y que no la desperdicies porque en cualquier segundo podrás perderla para siempre.
En memoria de aquel ser humano que nos ha dejado, un recuerdo y unas palabras para aprender a querer mas la vida cuando conocemos mas la muerte.
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